n.8, vol. 2, ago. 2018

PRESENTACIÓN
Hay un elemento, seguramente ya subrayado por otros pensadores acerca de la literatura de José Saramago, y aquí se vuelve a tomarlo como principio (uno de ellos) que hacen de la obra del escritor portugués un lugar inestimable para reflejar sobre el punto actual da nuestra civilización. Tal elemento se configura en una negación del Ego por su multiplicidad e incertidumbres, un principio que encuentra eco en la extensa parte de las creaciones literarias más importantes en Portugal después de la poética de la dilaceración del Yo y del fingimiento de Fernando Pessoa. La filiación saramaguiana a esta tradición no es gratuita y es visible de manera muy clara en el trabajo y en la recreación de Ricardo Reis en El año de la muerte de Ricardo Reis, uno de sus más importantes romances que recrea lo más perenne de los heterónimos.

Este principio, mientras tanto, no reniega o sustituye aquella escuela que es comúnmente atribuida a James Joyce; solamente, como otros romancistas interesados en componer un romance de ideas, se ve con peligro el lugar donde los escritores del Yo encuentran la salvación del hombre. O sea, Saramago no hace de la incoherencia y de la discontinuidad psicológica como ruptura con su complejidad de las relaciones sociales, ni comprende que tales elementos centrados en una interioridad sean fuerzas auténticas para nuevas relaciones; no cree, por fin, que la vida subjetiva sirva al restablecimiento del sentido y de los valores en un mundo lleno de esclerosis por el utilitarismo – las expresiones son de Michel Zéraffa sobre el lugar de obras como la de André Malraux ante la escuela forjada por Joyce o Virginia Woolf. Como para el escritor francés – este que también estuvo en el círculo de los intereses del escritor portugués, se recordamos el motivo de la creación de lo que sería su último romance, Alabardas, Alabardas –, “a imagem movediça do Eu fora engendrada em cada um pelo desaparecimento do humanismo e do humano”. Aún el los escritos del crítico de Pessoa e personagem, la literatura que se recata en el subjetivismo “era o signo de uma civilização petrificado, em que os homens não conheciam mais nem comunicação nem comunhão”.

Si observamos que la gran tarea de Saramago – por la obra y por el pensamiento de intervención – es la de, al percibir esta condición de una civilización en crisis, volver a imaginarla, ofreciéndole una posibilidad de ruptura con los modelos de dominación, luego entenderemos lo que aquí señalamos como elección literaria. Podríamos aún decir que el proyecto literario del escritor estuvo interesado en conciliar el hombre como figura dotada de valor cuando uno de sus proyectos para la vida es el de guiarse por la existencia a través de la acción. Así, al borrar la inspiración poética – que no alcanza de todo este sentido porque en Saramago lo que se pasa es refigurar la poética – y de la individualidad, en su orden subjetivista, es dado en nombre de ofrecer a los lectores universos regidos por la fuerza de la revisión de los valores positivos y universales. En el mismo instante atribuye a este ejercicio en nueva alternativa para habitar el mundo.

Pues, si pensamos que estamos sometidos a la continua eminencia de todo, hay en ese propósito algún alumbramiento de salida de ese obstáculo impetrado por los modelos que tiene dado forma a nuestra civilización. Aunque esta posibilidad no presenta de ninguna manera objetivada en sus textos, porque el escritor también espera del lector un ejercicio interpretativo capaz de favorecerlo al papel de corrector de la orden y de sus líneas de determinación. La alternativa saramaguiana, podríamos de este modo señalar, es siempre de favorecer la acción, un elemento de aspecto revolucionario que reestablece necesariamente el compromiso concreto, el embate político. De ahí ser su universo poblado de figuras notablemente activas, vivas y significativas en sus contextos. O la capacidad genial de reunir las aspiraciones y las angustias colectivas; sus individuos son encarnaciones de esa colectividad y, a lo mejor, significan líneas de establecimiento dialéctico entre una tradición que nuevos lugares de la civilización juzga sepultados en nombre de intereses muchas veces unidos intrínsecamente a un orden que imprime valores de la sumisión y de la inexpresividad de los individuos.

Toda la literatura de José Saramago se afirma por su conjunción de una lucidez y de una gana. Si no ofrece salidas objetivas o rompe con la contradicción – prefiriendo moverse dialécticamente – es porque prefiere situarse entre una necesaria esencia de la humanidad y una necesaria construcción del humano (para repetir las mismas palabras de Zéraffa sobre Malraux). Es decir, la reposición de los valores tradicionales por nuevos valores, ansiada por unos, residen no allá del individuo, sino en su praxis, esta es, renovada por la presencia del que llamaríamos de fuerza auténtica del ser en el mundo: nacemos para actuar, somos por la acción y por eso en nosotros está la alternativa de renovarnos la existencia. Si observamos Ricardo Reis, notaremos que es un personaje puesto propositivamente en confronto; todos se recuerdan la máxima del heterónimo que generalmente es tomada como síntesis de su persona: “Sábio é o que se contenta com o espectáculo do mundo”. A pesar de esa condición contemplativa no ser eliminada en El año de la muerte de Ricardo Reis, ella es siempre puesta en cuestión es de hecho reducida por el imperativo de la acción.

Existir es actividad, creación y lucha – y no se deja llevar por sus alborotos. Si algún día alcanzamos esa condición, que parece situarse, por ahora, ni aun en las condiciones asumidas por los personajes saramaguianos (aunque todos constituyan un libelo a la acción), será necesario empezar todo otra vez, como bien subraya uno de sus narradores.

Equipo editorial

ÍNDICE

Infidelidad de los espejos: El hombre duplicado, entre el otro y el mismo
ADRIÁN HUICI
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La interpelación del otro: Antonio Muñoz Molina, José Saramago
GRACIELA BEATRIZ PERRÉN
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Un análisis de la sociedad portuguesa, después de la Revolución de los Claveles, en dos obras de José Saramago
JORGE EDUARDO MAGALHÃES DE MENDONÇA
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Consideraciones retóricas sobre las crónicas saramaguianas
ANA CAROLINA CANGEMI
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La “ceguera blanca” y las fisuras de la razón: a propósito de la obra Ensayo sobre la ceguera
RODOLFO PEREIRA PASSOS
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El personaje en José Saramago: dialéctica y humanismo
ROSANI KETZER UMBACH
DEIVIS JHONES GARLET
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La migración en la visión de José Saramago: la cuestión del multiculturalismo
MARIA IRENE DA FONSECA E SÁ
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El evangelio según Jesucristo: notas acerca de un (determinado) parricidio
JOSE LUIZ FOUREAUX DE SOUZA JUNIOR
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Mythos y mímesis en Levantado del suelo
LUÍS ALFREDO GALENI
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